jueves, 14 de octubre de 2010

De boda ..

Vamos en un autobús. Mañana iremos de boda, alguien del trabajo, creo. Viajamos juntos, yo uniformada y pensando que será horrible llegar hasta el hotel donde nos hospedamos con esos altísimos tacones que llevo puestos. Me lamento por no haber cogido calzado más cómodo antes de salir de casa.
Los niños también están invitados aunque no sé si van en el autobús. Se me olvidó elegirles la ropa para la ceremonia.
Vamos bajando una cuesta muy empinada, al final de la cual para el conductor y tú te bajas. Yo también y al hacerlo me doy cuenta: el MAR está allí. No me lo pienso y salgo corriendo hacia la orilla.
Por el camino me descalzo y lanzo los tacones y la falda. La arena está húmeda y hay charquitos, como si hubiese llovido o la marea hubiese bajado muy deprisa dejando su huella fresca.
Llego al agua, está perfecta y dejo que me envuelva. Miro hacia atrás. Sentado en la arena me miras..
Soy tan feliz, quiero gritarte que por fin llegamos, juntos, al MAR, que no nos habíamos dado cuenta pero que aquel viaje nos estaba dando la oportunidad con la que tanto y tanto habíamos soñado. Que aún contamos con hoy y mañana para disfrutarlo.
Me sumerjo más y más, no sin cierto temor. Es noche cerrada y me da miedo. Las olas me cubren casi por completo. Quiero salir. Quiero moverme y no puedo. Tengo los pies aprisionados en ese lodo espeso en el que se ha convertido el fondo. Se cierne sobre ellos impidiéndome el movimiento.

Es noche cerrada y tú no me veras ahogarme, no hay retorno ni fuerzas ni energía para intentar tirar con ímpetu y escapar...

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