martes, 14 de septiembre de 2010

IRONÍAS DEL CARIÑO III

- Ahora vas a escuchar todo lo que tengo que decirte, todo lo que he guardado durante este largo y horrible año y medio que hemos compartido- dijo una vez había puesto en marcha el coche y se deslizaba por la autopista camino al aparcamiento donde yo, horas antes, había dejado mi viejo Rover.
   Así fue como durante un trayecto de una media hora tuve que escuchar la verdad. Al menos la suya, aún no soy capaz de discernir si la mía también. No ha pasado el tiempo suficiente para saber ni digerir nada. Puede ser esa la razón por la cual no me es posible hilvanar frases, tan sólo esos fragmentos, martilleantes.

-Eres una puta egoísta, la persona más egoísta que he conocido en toda mi vida. Eres incápaz de amar a nadie. Te has instalado en el centro del Universo y desde ahí lo manipulas todo a tu antojo...

Algo sobre ese poder para destruir todo lo que toco, especialmente en lo concerniente a sentimientos, también una mención a la manera de exprimir a los demás hasta dejarlos vacios...vamos, nada nuevo.
Recuerdo, sin embargo, que otras veces conservaba mecnismos para intentar defenderme o para montar, al menos, una representación. Esta vez no.
No sentía nada, y cuando digo nada, quiero decir absolutamente eso. No tenía lágrimas que verter ni fui capaz, tampoco, de fingir reacción alguna. Sólo ese escalofriante vacio ahí dentro, como si yo ya no estuviese.
Alguien muy diferente se ha instalado y desde esa fatídica noche trato, sin éxito, de desenmascararle. A ratos pienso que tal vez fue siempre así. Es decir, que mi esencia es este ser frio, estéril e insensible. Tal vez se me agotaron los recursos y me tengo frente a mí. Tal vez ha llegado ese día, ese instante en el que uno, indefectiblemente y como diría el poeta, se encuenta a sí mismo. Y esta está siendo la más amarga de mis horas.
En cualquier caso, sí siento que al fin cayeron las máscaras. Algunas. La que me unían a esa agonía que estaba sendo nuestra relación. Ahora sé que se acabó y aún me asombro lo que han estirado aquellos primeros seis meses de felicidad.
Todo lo que vino después lo hallamos querido maquillar con más o menos fortuna, nos ha herido profundísimamente..

1 comentario:

Pablo Arroyo dijo...

cambio de registro ... sorprendido me has ...