EL POZO


Se llama el pozo
y llega y me invade y me posee
en forma de ráfaga oscura,
naúsea.
Es allí donde me fundo
como la noche oscura
y en ese fondo sin fondo
sólo un ápice abierto
que se me pierde, lejano
con las mariposas
y los colores
y tu risa
donde me vuelco sobre mí misma convertida en NO
en esa mentira espesa y lúgubre.

Se llama el pozo
y está allá, en la madrugada
sobre los coches y los besos
metal y seda
promesas de carbón y añil
y está acá, en mi estómago
de nuevo,
perenne e instigador..

2 comentarios:

jose antonio dijo...

El vértigo enclaustrado que quieres conseguir esta muy logrado, es una sensación constante de ingravidez molesta, casi agobiante y sin embargo liberadora al mismo tiempo. Supongo que en eso consiste la poesía ni mas ni menos, un efecto no deseado en las palabras que a la vez resulta inopinadamente reconfortante.
El pozo como metafora del enclaustramiento de la vida diaria es muy buen recurso, demasiado bueno diría yo, demasiado logrado, sería deseable andar un poco por las fronteras de la poética buscando una y otra vez causiones de verdad antes de dar con la clave de la vida, el pozo es tan sugerente que te arrastra sin remedio al avismo de la poesía.

JOSE ANTONIO

jose antonio dijo...

los poetas no van a la guerra, lo siento